La mujer suele tener una relación a su cuerpo mediatizada por la idea de “cómo debe ser visto”. Los hombres no escapan a esta ecuación sin embargo las estadísticas indican que el trastorno de alimentación es mucho más elevado entre la población femenina. Entre otras, las investigaciones hechas en Brown University School of medicine investiga que entre los años 2010 y 2014, las admisiones por trastorno de la alimentación fueron de 121 adolescentes mujeres vs 21 adolescentes hombres.
La imagen corporal y el cuerpo, soma, son diferentes. La relación entre el “puro cuerpo” y la imagen es una construcción que se inicia desde la primera infancia a partir de las experiencias sensoriales asociadas a las necesidades básicas y por ende a la relación con quienes nos alimentan, nutren, tocan hablan, miran, o nos ignoran/postergan/abandonan.
Que pasa en los trastornos de la alimentación?
Dado que la construcción de la imagen corporal es dinámica, se va transformando a partir de nuevas experiencias sensoriales especialmente en el despertar de la pubertad. Esta nueva construcción no es más que un continuum, la imagen siempre trae aparejadas cuestiones muy primitivas que aunque son muy difíciles de rastrear, muestran en “cada” presente su enorme impacto. La imagen corporal influye nuestras emociones y vivencias y se nutre de las mismas en un continuo presente.
Que pasa cuando el cuerpo es adiestrado:
Cuando la imagen del cuerpo construida por lo ya descrito se asocia constantemente a un malestar emocional o físico invita a la persona a transformarlo. La idea de transformación desafortunadamente suele identificarse sólo a lo visual del cuerpo dejando de lado lo sensorial, la experiencia, el ser.
El cuerpo como mascota:
Cuando la ilusión de “cuerpo perfecto” aparece gobernando la idea de transformación (del malestar físico o emocional), el entrenamiento, la domesticación de este cuerpo visual se pone en marcha. El cuerpo ahora leido desde lo puramente visual en el caso de los trastornos de alimentación aparece carente de sensaciones/ propiocepción (en otro artículo hablo del cuerpo que duele).
El cuerpo tratado como mascota, se adiestra a responder de manera única a ciertos estímulos.
El dueño domestica/entrena a su perro para que se adapte a su estilo de vida. El perro tiene que sentarse, pararse, saludar, etc. Obedecer al dueño implica dejar de lado los instintos. Los instintos, las necesidades básicas, las sensaciones propioceptivas quedan de lado para dar lugar a la única respuesta aceptable que es la aprobación externa. La mirada externa que aprueba o no.
La imagen ideal, separada completamente del “ser-en-el-cuerpo” o “ser cuerpo” en los humanos tiene también su costo: la falta de adaptabilidad.
Como comer chips?
Durante el tratamiento terapéutico, una paciente mía que sufrió de trastorno de la alimentación decidió, ya avanzada la terapia, que su objetivo terapéutico sería llegar a comer chips. Por que chips le pregunto… _“porque si, por ese sabor salado, por la textura crocante, porque lo primero que me aparece cuando estoy con ese deseo de comer, las ganas, el apetito…son las chips, no la lechuga _”.
Mi paciente es una mujer joven que ha superado una crisis que le valió perder su balance y las inconveniencias que esto trajo aparejado.
Ahora, como ella bien lo describe “_ como chips solo cuando es eso y ninguna otra cosa lo que quiero comer; la anticipación me deleita y el saborear cada bocado me satisface _”.
El repertorio de respuesta a lo nutritivo-emocional se ha ampliado.
Proceso de sanación
En mi experiencia como terapeuta veo una vez más que en el re-encuentro o en el descubrimiento de lo simple del habitarse/estar-en-el cuerpo/ser-en-el-cuerpo; es en el capturar la resistencia a la experiencia y en el lidiar progresivamente con esta que la sanación ocurre y una vez que la sanación ocurre la vida se torna más disfrutable.
Lic. Laura Coogan